Los hermanos Junior y Remy Pozo Ñaupa
compartían la misma ilusión: vestir el uniforme del Ejército. Esperaban con
ansiedad cumplir la mayoría de edad para presentarse al Servicio
Militar Voluntario (SMV).
Era la única oportunidad, como para millares de jóvenes ayacuchanos, de escapar
de la pobreza.
Junior y Remy Pozo Ñaupa son dos de los seis hijos de José Pozo y
Basilia Ñaupa, del distrito de Ayna, una de las zonas más empobrecidas de la provincia
ayacuchana de Huamanga. En
busca de una oportunidad, los Pozo Ñaupa se fueron a vivir al asentamiento
humano César Mujica Cacho, en una casa de adobe en las afueras de la capital
del departamento. Junior y Remy comprendieron que no tenían muchas
oportunidades. Así que decidieron presentarse al Ejército.
En el caso de Junior, había concluido sus estudios secundarios en
el colegio Simón Bolívar del sector Santa Elena, en el distrito de Ayacucho,
Huamanga. Pero la falta de recursos económicos impidió que prosiga sus estudios
superiores.
Junior y Reymi les comunicaron a sus padres y a sus cuatro
hermanos –Ronald, Judith y los menores Henry y Josep– que habían tomado la firme decisión
de ser soldados. Y
así fue. Se presentaron juntos, el 21 de febrero del 2011, en el cuartel Los
Cabitos de Ayacucho.
Junior era el menor. Nació el 21 de febrero de 1993. Tenía 19
años. Remy es
el mayor. Nació el 6
de octubre de 1991. Cumplió 21 años.
CAMINO A LA GUERRA
Durante más de un año recibieron preparación militar y
contraterrorista. Hasta que el instructor les comunicó que debían integrarse al Comando Especial
del Vraem.
Antes de partir, Junior y Remy, el 7 de julio de este año,
festejaron el cumpleaños de su hermana Judith. Y el 10 fueron trasladados al
Comando Especial del Vraem. “Mi hijo por convicción ingresó en el Ejército para
servir a la patria. A Junior le gustaba ser militar. Me decía que cuando
cumpliera dos años de servicio, antes que le dieran de baja, pediría que lo
reenganchen porque su vida era el Ejército”, relató
su madre, Basilia Ñaupa.
Los hermanos Junior y Remy Pozo recibieron la orden de desplazarse
a la Base
Contraterrorista de Mazángaro, en Satipo, Junín, que recibía
frecuentes ataques senderistas. Viajaron como parte de una patrulla integrada
por efectivos de la
Compañía Especial de Comandos Nº 2 Lince.
El último
miércoles en la noche a la patrulla del cabo Junior Pozo le correspondió
resguardar a los efectivos que iban a reemplazar a los militares que se
encontraban en un Puesto de Vigilancia. Una vez que se produjo el relevo, a los
20 minutos los terroristas emboscaron a ambas patrullas que retornaban a la
base de Mazángaro.
Al cabo Pozo lo mató un francotirador que le disparó en la cabeza.
HERIDAS DE GUERRA
Su hermano, Remy Pozo, durante el velorio, relató que antes de ser
enviados a la zona de guerra no fueron sometidos a un adiestramiento adecuado
para una situación de conflicto.
“No hemos recibido un buen entrenamiento. Lo tomábamos como un
juego, ya que solo nos entrenaban tres semanas. No estábamos preparados para ir con
las patrullas al monte, y
sobre todo de noche”, dijo Remy a La República.
Basilia Ñaupa, madre del cabo abatido, narró que si bien su hijo
se sentía orgulloso de pertenecer al Ejército y de haber sido considerado para participar en el
conflicto en el
Vraem, también le confiaba que había algunos excesos.
“Junior siempre se quejaba de los maltratos físicos a lo que eran
sometidos los soldados en el Vraem. Me decía que un capitán los castigaba con
puñete en la cabeza, hasta incluso le metían al agua en horas de la madrugada.
En algunos casos se quedaban sin dormir toda la noche. Cuando iban de patrulla
tenían que comer rápido y poco”, dijo Basilia Ñaupa, entristecida.
Remy estaba muy golpeado por la muerte de su hermano Junior. “Era mi otra mitad”, dijo. “Estaré en el
Vraem solo hasta diciembre y me darán de baja. Voy a intentar seguir una
carrera. Me voy muy decepcionado”.
La vida ha sido muy dura con la familia Pozo Ñaupa. La pobreza les
negaba el bienestar. Ahora la muerte les ha quitado un hijo. Miserias de la
pobreza. Miserias de la guerra.❧
“TERRORISTAS NO QUIEREN BASE EN
MAZÁNGARO”
Fuentes del Comando Especial del Vraem afirmaron que el ataque
contra las patrullas de Mazángaro es una reacción a recientes operativos antidrogas
en el Vraem.
“Cuando las fuerzas del orden golpean a los narcotraficantes
incautándoles insumos químicos o droga, los terroristas inmediatamente responden con
emboscadas y hostigamientos”, dijeron
las fuentes.
“La
Base Contraterrorista en Mazángaro justamente se instaló para
impedir que los narcotraficantes sigan utilizando esa ruta estratégica. Lo que
buscan es que nos retiremos, pero eso jamás va a ocurrir”, señalaron las
fuentes castrenses.
En julio pasado se produjo la incursión en un campamento
terrorista donde estaban diez niños, hijos de los terroristas. “Fue como
meternos en su dormitorio. Ahora
saben de lo que somos
capaces”, indicaron las fuentes.
Fuente: Noticias en Línea - La República
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