sábado, 18 de agosto de 2012

“No estábamos preparados para ir en patrulla al monte y de noche”

Adiós castrense. Efectivos del Ejército conducen el féretro del cabo EP Junior Pozo Ñaupa por las calles de Huamanga hacia su última morada.
Los hermanos Junior y Remy Pozo Ñaupa compartían la misma ilusión: vestir el uniforme del Ejército. Esperaban con ansiedad cumplir la mayoría de edad para presentarse al Servicio Militar Voluntario (SMV). Era la única oportunidad, como para millares de jóvenes ayacuchanos, de escapar de la pobreza.
Junior y Remy Pozo Ñaupa son dos de los seis hijos de José Pozo y Basilia Ñaupa, del distrito de Ayna, una de las zonas más empobrecidas de la provincia ayacuchana de Huamanga. En busca de una oportunidad, los Pozo Ñaupa se fueron a vivir al asentamiento humano César Mujica Cacho, en una casa de adobe en las afueras de la capital del departamento. Junior y Remy comprendieron que no tenían muchas oportunidades. Así que decidieron presentarse al Ejército.
En el caso de Junior, había concluido sus estudios secundarios en el colegio Simón Bolívar del sector Santa Elena, en el distrito de Ayacucho, Huamanga. Pero la falta de recursos económicos impidió que prosiga sus estudios superiores.
Junior y Reymi les comunicaron a sus padres y a sus cuatro hermanos –Ronald, Judith y los menores Henry y Josep– que habían tomado la firme decisión de ser soldados. Y así fue. Se presentaron juntos, el 21 de febrero del 2011, en el cuartel Los Cabitos de Ayacucho.
Junior era el menor. Nació el 21 de febrero de 1993. Tenía 19 años. Remy es el mayor. Nació el 6 de octubre de 1991.  Cumplió 21 años.
CAMINO A LA GUERRA
Durante más de un año recibieron preparación militar y contraterrorista. Hasta que el instructor les comunicó que debían integrarse al Comando Especial del Vraem.
Antes de partir, Junior y Remy, el 7 de julio de este año, festejaron el cumpleaños de su hermana Judith. Y el 10 fueron trasladados al Comando Especial del Vraem. “Mi hijo por convicción ingresó en el Ejército para servir a la patria. A Junior le gustaba ser militar. Me decía que cuando cumpliera dos años de servicio, antes que le dieran de baja, pediría que lo reenganchen porque su vida era el Ejército”, relató su madre, Basilia Ñaupa.
Los hermanos Junior y Remy Pozo recibieron la orden de desplazarse a la Base Contraterrorista de Mazángaro, en Satipo, Junín, que recibía frecuentes ataques senderistas. Viajaron como parte de una patrulla integrada por efectivos de la Compañía Especial de Comandos Nº 2 Lince.
El último miércoles en la noche a la patrulla del cabo Junior Pozo le correspondió resguardar a los efectivos que iban a reemplazar a los militares que se encontraban en un Puesto de Vigilancia. Una vez que se produjo el relevo, a los 20 minutos los terroristas emboscaron a ambas patrullas que retornaban a la base de Mazángaro.
Al cabo Pozo lo mató un francotirador que le disparó en la cabeza.
HERIDAS DE GUERRA
Su hermano, Remy Pozo, durante el velorio, relató que antes de ser enviados a la zona de guerra no fueron sometidos a un adiestramiento adecuado para una situación de conflicto.
“No hemos recibido un buen entrenamiento. Lo tomábamos como un juego, ya que solo nos entrenaban tres semanas. No estábamos preparados para ir con las patrullas al monte, y sobre todo de noche”, dijo Remy a La República.
Basilia Ñaupa, madre del cabo abatido, narró que si bien su hijo se sentía orgulloso de pertenecer al Ejército y de haber sido considerado para participar en el conflicto en el Vraem, también le confiaba que había algunos excesos.
“Junior siempre se quejaba de los maltratos físicos a lo que eran sometidos los soldados en el Vraem. Me decía que un capitán los castigaba con puñete en la cabeza, hasta incluso le metían al agua en horas de la madrugada. En algunos casos se quedaban sin dormir toda la noche. Cuando iban de patrulla tenían que comer rápido y poco”, dijo Basilia Ñaupa, entristecida.
Remy estaba muy golpeado por la muerte de su hermano Junior. “Era mi otra mitad”, dijo. “Estaré en el Vraem solo hasta diciembre y me darán de baja. Voy a intentar seguir una carrera. Me voy muy decepcionado”.
La vida ha sido muy dura con la familia Pozo Ñaupa. La pobreza les negaba el bienestar. Ahora la muerte les ha quitado un hijo. Miserias de la pobreza. Miserias de la guerra.
“TERRORISTAS NO QUIEREN BASE EN MAZÁNGARO”
Fuentes del Comando Especial del Vraem afirmaron que el ataque contra las patrullas de Mazángaro es una reacción a recientes operativos antidrogas en el Vraem.
“Cuando las fuerzas del orden golpean a los narcotraficantes incautándoles insumos químicos o droga, los terroristas inmediatamente responden con emboscadas y hostigamientos”, dijeron las fuentes.
La Base Contraterrorista en Mazángaro justamente se instaló para impedir que los narcotraficantes sigan utilizando esa ruta estratégica. Lo que buscan es que nos retiremos, pero eso jamás va a ocurrir”, señalaron las fuentes castrenses.
En julio pasado se produjo la incursión en un campamento terrorista donde estaban diez niños, hijos de los terroristas. “Fue como meternos en su dormitorio. Ahora saben de lo que somos capaces”, indicaron las fuentes.

Fuente: Noticias en Línea - La República


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