Xu
Guangshi, un empresario chino de 31 años fabricante de muñecas inflables
asegura que: “China sigue siendo un país mojigato, pero se hace
buen negocio con juguetes sexuales”, gracias a que millones de hombres no
encuentran una mujer en el país asiático.
La
política del hijo único y los abortos de bebés de sexo femenino a gran escala
agudizaron el problema, ya que se calcula que para el 2020 habrá unos 30
millones de hombres solteros entre 20 y 45 años, según pronostica la
comisión de planificación familiar de Pekín.
Las
autoridades descubren continuamente a traficantes de personas que quieren
vender mujeres jóvenes a hombres solteros, incluso féminas de países
vecinos viajan a China con frecuencia en busca de hombres ricos, pero el
‘superávit’ masculino no deja de crecer.
Sin
embargo, esta situación no deja de ser paradójica, ya que en una sociedad
conservadora como China, en la que el gobierno castiga con fuertes multas el
consumo de pornografía y la prostitución, la política del hijo único
favorece al sector de los fabricantes de juguetes sexuales.
Pero,
¿por qué un gobierno tan estricto da tanta libertad precisamente a los
fabricantes de juguetes sexuales? Para Xu el motivo está claro: “Del sexo
con una muñeca no nacen niños. Ni tampoco se transmiten enfermedades”. Además,
estos productos suponen también una ayuda a la política del hijo único.
No
en vano los juguetes sexuales en las tiendas están directamente al lado de los
anticonceptivos. Algo que muestra cómo esos productos son considerados
muchas veces por las autoridades una forma de control de la natalidad.
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