Las
autoridades brasileñas se incautaron en 2012 de 34.945 teléfonos móviles que
habían ingresado ilegalmente en las cárceles del país, de acuerdo a un balance
publicado hoy por el diario O Globo, sobre la base de datos oficiales.
Según el periódico, ese número supone una
aprehensión cada quince presos, tomando en cuenta que la población carcelaria
del país es de unas 550.000 personas, de acuerdo al Ministerio de Justicia.
"Es necesaria una mayor inversión en
equipamientos y en una mejor capacitación de los agentes penitenciarios",
declaró el coordinador de Inteligencia Penitenciaria del Ministerio de
Justicia, Washington Clark, quien admitió que el elevado número de teléfonos en
manos de los reclusos es un problema aún no resuelto.
El Estado brasileño ha invertido en los
últimos cuatro años un total de 17 millones de reales (8,5 millones de dólares)
en equipos para detectar el ingreso de teléfonos en las cárceles y bloquear las
señales en los presidios, pero ha sido insuficiente.
Gato-mula
Los celulares llegan clandestinamente a las
cárceles de las formas más insólitas, como lo demostró esta semana la
"captura" de un gato que entraba a un penal con un teléfono móvil, un
cargador, cuatro baterías y hasta unas sierras adheridas a su cuerpo.
Lo que muchos han calificado de
"gato-mula" fue detectado por los agentes de la cárcel Desembargador
Luiz de Oliveira Souza, en la ciudad de Arapiraca, en el estado de Alagoas.
Según dijeron fuentes oficiales, el gato fue criado por un grupo de
presos, que luego lo entregaron a unos familiares que, a su vez, lo adiestraron
para entrar y salir del penal por cuenta propia.
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