“El cielo
se puso rojo. Estaba haciendo calor, bajó la neblina y llovió. Luego se puso
rojo. Dicen que fue justo cuando murió Chávez”. Iraima Moscoso, como
tantos millones de seguidores de Chávez, no tiene duda: el presidente de Venezuela es
un mito.
Con una visible
cicatriz atravesándole la nariz, sin duda marca de una vida dura, la marca de
muchos chavistas, Moscoso era una más de los tantos a los que les asomaban
lágrimas en la mirada en la plaza Bolívar de Caracas.
No era para
menos, el próximo viernes enterrarán al carismático líder que gobernó Venezuela durante
14 años con aires de gigante de la política, un provocador imbatible en las
urnas que a nadie dejó indiferente: o lo amabas o lo odiabas.
Y la mayoría de
los venezolanos, como demostraron las cuatro elecciones presidenciales que ganó
y las dramáticas demostraciones que siguieron al anuncio de su muerte, lo
amaba. El resto, claro está, no.
“¿Hasta cuándo
estaremos aquí? No tenemos límite. El 13 de abril salimos a las doce del
mediodía y no regresamos hasta que habló Chávez”, le dijo Moscoso a BBC Mundo,
en alusión al golpe de Estado que sacó al presidente del poder por dos días en
2002.
Orgullosa de
haber formado parte de aquella marea popular que propició la recuperación del
poder de Chávez, la mujer también advierte que, con tal de que continúe la
revolución, está dispuesta “a todo”.
Y es que hasta a
dar su vida están dispuestos muchos de quienes adoran al que mandó a
callar el rey de España, llamó de todo a George W. Bush al tiempo que
empoderaba a las clases más desfavorecidas, los hasta entonces olvidados por la
política tradicional.
Para sus
críticos un déspota con aires mesiánicos, terrible gestor que sumió al país en
la debacle económica y permitió que se desatara la delincuencia. Un hermano o
un padre para sus partidarios, la mayoría beneficiados por las intensas
políticas sociales que ha reducido la pobreza en términos dramáticos.
Su sucesor será
elegido en elecciones que, según establece la Constitución , deben
realizarse en un plazo de 30 días.
El canciller,
Elías Jaua, recordó que antes de partir por última vez a Cuba, Chávez ungió
como su sucesor al actual vicepresidente Nicolás Maduro.
La oposición
tendrá que determinar su candidato, aunque aparece como favorito el gobernador
de Miranda, Henrique Capriles, el mismo que fue derrotado en las urnas por
Chávez en octubre de 2012.
Acompañado de
los más destacados líderes opositores, Capriles leyó un comunicado en el que
ofreció condolencias al chavismo y llamó a que ésta sea “la hora de la paz y no
la diferencia”.
“Fuimos
adversarios, nunca enemigos”, dijo. “Se impone un diálogo nacional sincero entre
todos los sectores de la sociedad venezolana”, agregó.
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