Noticias en Línea. “Shock séptico” o “sepsis” son los términos que se repiten en los certificados de defunción de Juan Diego, Carlos Thiago, Julio César, Natalia, Samuel, Joshua y Brisa, lossiete bebés que fallecieron en la Clínica San Pablo, sede Surco, luego de contraer diferentes tipos de infecciones en su Unidad de Cuidados Intensivos (UCI).
El
hermetismo de la clínica sobre estos casos ha sido tal que recientemente
logró bloquear las conclusiones de una investigación epidemiológica del
sector Salud, que no pudo abordar los hechos como un todo, al no poder acceder
a los nombres de los bebés afectados ni a sus historias clínicas.
Hoy
INFOS revela los casos que al Ministerio
de Salud le negaron acceso, razón por la cual no ha podido determinar,
hasta hoy, un brote fatal de infecciones intrahospitalarias en San Pablo. Este
y un posterior informe con detalles inéditos de lo acontecido en UCI
Neonatología por esos meses se empiezan a publicar hoy en La República, y
sorprenderán al lector por las irregulares prácticas de la sede
principal de la red de clínicas más importante del país.
El
único en contarse
A
fines del año pasado, solo uno de estos casos tuvo amplia difusión en medios.
Sin embargo, el impacto que logró la historia se debió a causas diferentes a la
razón final de la muerte. Se trata del caso de la pequeña de dos meses que
sufrió graves quemaduras mientras era sometida a una intervención
quirúrgica en San Pablo.
Elizabeth
Sotelo, su madre, cuenta su historia a todo aquel que quiera escucharla. Lleva
a todos lados, en su bolso, un sobre con impactantes fotografías del estado en
el que quedó su hija. Las imágenes, por su crudeza, no serán publicadas por
este medio: muestran cómo lasquemaduras de tercer grado de la niña dejaron
al descubierto su columna vertebral.
La
señora Sotelo dio a luz a mellizos de 33 semanas, en la clínica, el 23 de
agosto del año pasado, y luego de ser derivada del Hospital Guillermo Almenara.
Antes de lo ocurrido con su hija, ya había muerto también su mellizo varón.
Pese
a que ambos niños sufrieron diferentes males en las unidades de cuidados
intensivos e intermedios de San Pablo (el varón adquirió neumonía y la niña las
quemaduras), lo que causó directamente ambas muertes fue un shock séptico:
la infección generalizada de su organismo producto de una bacteria que, por su
avance, deterioró el normal funcionamiento de sus órganos.
Los niños habían adquirido, en diferentes momentos, pseudomona
aeroginosa.
La
guardia del tercer piso
Para
acceder al área de Neonatología de la clínica hay que subir hasta el tercer
piso de su edificio. Allí, una puerta blindada divide el espacio
entre la sala de espera de los padres, y el área que mantiene en diferentes
ambientes a los recién nacidos.
La
sala de espera fue el lugar donde Elizabeth Sotelo conoció, en diferentes
momentos, a Jennifer Martínez, Constantina González, Gabriela Lagos, Esperanza
Villanueva y Kimberly Saavedra, todas madres con bebés en UCI, quienes al igual
que ella fueron trasladadas de hospitales estatales. Conoció también a Susana
Vargas y a Jenny Valdivia, pacientes particulares.
“Recibíamos
tan poca información de los doctores, que habíamos organizado una
especie de guardia. Habíamos intercambiado teléfonos y, al menor movimiento
extraño de enfermeras o rumor sobre la salud de los bebés, nos comunicábamos”,
cuenta Sotelo.
No
sabían, para entonces, que solo tres afortunadas saldrían de allí con sus hijos
en brazos.
Las
ocho primeras madres llegaron a San Pablo desde hospitales públicos,
principalmente de Essalud, a través de la derivación que estos nosocomios
hacen de pacientes que no pueden atender por su capacidad limitada, o por la
complejidad del caso. Ingresaron a San Pablo con cartas de garantía que
aseguraban el posterior desembolso por los servicios prestados a los
pacientes asegurados.
Las
dos últimas, Vargas y Valdivia, terminaron en la sede Surco de la clínica luego
de haber dado a luz en Jesús del Norte, la sede que el Complejo Hospitalario
San Pablo tiene en Independencia.
Todas coinciden en algo: pensaron que ser trasladadas a una clínica de tanto
prestigio era un privilegio.
La
investigación
El
caso de los mellizos Tello Sotelo es el único del grupo que ha conseguido, por
el impacto que causó su historia, el accionar de diferentes áreas del Ministerio
de Salud. Quizá por ello el resto de afectadas sigue tan de cerca el
proceso, buscando verse reivindicadas, de alguna manera, si las investigaciones
terminan en algún tipo de sanción para la clínica. De sus casos, INFOS se
encargará en el reportaje de mañana.
La
decisión de investigar a Clínica San Pablo fue tomada al más alto nivel. Una
semana después de que el caso fue dado a conocer, el despacho del viceministro
de Salud convocó a una reunión a los representantes de la Dirección de Salud
II, la Dirección General de Epidemiología (DGE) y la Superintendencia Nacional
de Salud (Sunasa). Cada uno debe emitir un informe sobre lo sucedido. Pero al
menos la investigación epidemiológica ya está lista.
La pseudomona
aeroginosa es una bacteria resistente a gran cantidad de antibióticos, y
que infecta el tracto pulmonar, urinario, tejidos y heridas. Es la bacteria que
acabó con los mellizos Tello Sotelo, según el informe. La doctora Gladys
Ramírez Prada, jefa de la Oficina de Epidemiología del Minsa, la encontró
además varias veces registrada en el archivo 2013 del área de microbiología de
la clínica.
El
mayor número de cultivos positivos para esta bacteria se encontraron en el
servicio de UCI Neonatología, el que albergó a los mellizos Sotelo, así como a
los otros niños que fallecieron y a los que lograron salvar sus vidas.
La
investigación identificó que entre enero y octubre del año pasado nueve
pacientes alojaron la bacteria. Solo entre setiembre y octubre, el periodo en
el que la mayoría de bebés de esta historia ocuparon UCI, fueron identificados
cinco casos.
Los
niños de San Pablo pudieron adquirir pseudoma aeroginosa, como cualquiera de
los otros cinco agentes microbianos que Ramírez encontró en
UCI, el área con pacientes más sensibles. El resto de las madres no sabe con
qué tipo de infecciones se enfermaron o murieron sus hijos. Nunca se los
informaron ni les dieron detalles. Salvo a dos. A Susana Vargas le confirmaron
la infección de su bebé con la misma bacteria; y a Jennifer Martínez le
dijeron, escuetamente, que lo más probable es que ella misma haya contagiado a
sus bebés.
¿Brote
o no brote?
Pese
al número de casos encontrados por la Dirección General de Epidemiología, esta
no pudo determinar fehacientemente un brote de infecciones en San Pablo, una
conclusión que pondría en serios aprietos a la clínica. Pero la DGE no pudo
llegar a esa conclusión no por falta de evidencia, sino por falta de
disposición de la clínica a brindar información.
Luego
de identificar los casos en laboratorio, los especialistas solicitaron la lista
de pacientes por mes que pasaron por UCI pediátrica y neonatología. La
información les fue entregada incompleta, con data solo hasta julio del 2013:
exactamente antes de los casos que hoy presenta INFOS, y a los que el Minsa no
tuvo acceso.
“No
se pudo concluir que Clínica San Pablo presentó un brote de infecciones
intrahospitalarias debido a la falta de datos que no se pudieron analizar:
la información proporcionada no permite el análisis epidemiológico ni definir
la población hospitalizada durante el periodo de investigación”, dice el
informe como primera conclusión.
Pero,
además de los casos que aquí se cuentan, ¿reunió San Pablo otras condiciones
para albergar un brote de infecciones intrahospitalarias? Sí. Al momento de la
investigación, la clínica no contaba con personal responsable de epidemiología.
Tampoco realizaba vigilanciaepidemiológica mensual, como lo obliga el Minsa, y
ni siquiera contaba con un plan para la prevención y control de infecciones.
Todas conclusiones del informe de la DGE.
La
espera
Durante
tres semanas, INFOS buscó una entrevista con Amador Vargas, director de Clínica
San Pablo, pero quien finalmente la aceptó fue el doctor Carlos Calle,
subgerente. Calle no acepta las conclusiones de la investigación a San Pablo, y
las tilda de “falsas”. La entrevista es aquí reproducida.
Mientras tanto, la rutina de Elizabeth Sotelo no ha variado desde la muerte de
sus bebés: busca justicia recorriendo a diario las oficinas de fiscalías, la
policía, abogados, Sunasa, Minsa y Defensoría del Asegurado.
Hace
unas semanas decidió ir al origen de esta historia, el Hospital Guillermo
Almenara, de donde fue trasladada a San Pablo. Exigió allí ser atendida por su
gerente, Carmen Miyasato. Una hora después una asesora de gerencia salió a
decirle que no sería atendida, y la invitó a retirarse con una particular
reflexión. “¿Usted cree en Dios?, le dijo. “Entonces tiene que aprender a
perdonar”.
NEL/La
República
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