Noticias en Línea. ¿Qué es el consentimiento? ¿Dónde acaba la seducción o comienza la
violación? La polémica creciente sobre los abusos sexuales en los campus
estadounidenses ha llevado a instituciones como la American University
(AU) a iniciar un doloroso examen de conciencia.
La
primavera pasada, la fraternidad Epsilo Iota (una cofradía oficial
estudiantil de esa universidad de Washington) vio publicados algunos de sus
correos electrónicos en los que se revelaba cómo algunos de sus miembros se
aprovechaban de la ingenuidad de las estudiantes novatas para drogarlas y cómo
intercambiaban direcciones para violarlas sin que nadie se enterase.
"Tranquilizar
a las chicas con juegos con alcohol en los apartamentos de los 'hermanos' para
poder acostarse con ellas después (echarles un polvo luego)", recomendaban
en sus mensajes.
"Ellos
eran conocidos como 'la fraternidad de los violadores'", explica Amanda
Gould, una estudiante de segundo año. "Y durante mucho tiempo la
universidad hizo la vista gorda. Pero tras esto, hay un punto de inflexión, no
hay otra posibilidad", afirma.
Esta
joven creó el grupo "No más silencio" ("No more silence"),
que recogió 1.700 firmas para exigir a la universidad la expulsión de los
autores de estos correos electrónicos, y organizó una manifestación en el
campus para que los directivos "dejen de esconder el problema debajo de la
alfombra".
Amanda
nunca consiguió reunirse con el presidente de la universidad pero
indirectamente recibió un apoyo mucho más importante.
De
cara a la magnitud del problema, la Casa Blanca lanzó una campaña nacional. La
iniciativa "Es nuestro problema" ("It is on us"),
presentada por el propio Barack Obama,
llama a cada estudiante a "formar parte de la solución".
En
los campus estadounidenses, una estudiante de cada cinco en promedio fue
violada durante los cuatro primeros años de sus estudios y solo 12% de estas
agresiones fueron denunciadas.
"La
realidad es que las personas no saben incluso lo que es una violación",
constata Faith Ferber, alumna de segundo año en la AU.
Elle
recuerda la noche cuando tras una fiesta tuvo que explicar a un miembro de una
fraternidad "a la caza", que aprovecharse de una chica ebria incapaz
de dar su consentimiento a cualquier cosa podría hacer que lo denunciaran por
agresión sexual.
Con
un puñado de estudiantes, Faith modera talleres de prevención que se
multiplican en el campus tras la divulgación de los correos electrónicos de la
fraternidad Epsilo Iota.
Consiguieron
gracias a la dirección de la universidad que todos los miembros de las
fraternidades, una decena registrada oficialmente, sigan este programa.
Para
los otros estudiantes, la presencia es opcional a pesar de la amplitud de este
problema. Según un estudio realizado en 2013, 18% de las estudiantes de
universidad confesaban haber tenido una relación sexual no deseada en los
últimos seis meses.
Alrededor
de una pizza, un grupo de voluntarios recibe una formación de una hora sobre el
"consentimiento", la principal arma desplegada en este campus contra
las violaciones.
En
un ambiente un poco encorsetado, dos presentadoras explican que todo acto
sexual debe estar precedido de un acuerdo consciente formulado por las dos
partes.
"El
consentimiento es sexy, es genial desear y ser deseado", recalca una de
ellas.
En
cambio, muy poco se dice sobre las formas para evitar ponerse en peligro, como
por ejemplo el consumo de alcohol o el hecho de aceptar de parte de un
desconocido un vaso de bebida o un trayecto en coche.
"Aprender
a reducir los riesgos es una pequeña parte, incluso esencial, de la
prevención", estima Daniel Rappaport, responsable de la prevención de
violencia sexual en la AU.
Las
charlas están inspiradas en el "Yes, means yes" (Sí quiere decir
sí"), una ley que California acaba de votar. Si una relación sexual no fue
objeto de un acuerdo claro, puede ser calificada de violación en caso de
denunciarse ante la universidad.
Más
allá de las leyes, "el verdadero problema es la manera en la que nosotros
estadounidenses educamos a nuestros hijos", describe Rappaport.
"Formamos
a los niños para que se conviertan en hombres beligerantes, dominantes y que
ven a las mujeres como objetos de conquista", reflexiona.
NEL/AFP
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