Noticias en Línea. En Barranca, a
175 kilómetros al norte de Lima, a menos de cuatro horas de distancia, lossicarios
disparan a plena luz del día y frente a cámaras de vigilancia con la
seguridad de que la impunidad y la corrupción limpiarán sus gatillos.
Resultado: 36 personas han sido asesinadas a balazos en 2013 y 9 en
lo que va de año, según cifras de la fiscalía provincial de la provincia
norteña.
En
estos hechos sangrientos, Construcción Civil ha puesto un doloroso
"cupo". En el distrito de Paramonga, los sicarios "se
bajaron" a toda la directiva del sindicato afiliado a la Confederación
General de Trabajadores del Perú (CGTP). En abril asesinaron a su secretario
general, Gilmer Castro Arteaga, y, dos meses después, a sus futuros reemplazos,
César García Chinchay y Jorge Huayanca Fernández.
Una
vez que los patrones del sicariato impusieron su reinado en las obras
de Paramonga, la violencia se trasladó a la vecina Barranca. En octubre, Jesús
Ruiz Díaz, secretario general de construcción en Barranca, fue asesinado frente
a la puerta del local de la CGTP. Tras su entierro, su casa fue baleada para
acallar a su mujer y a su hija.
La
CGTP denuncia que ya no controla ninguna gran obra en la ciudad.
"Las obras, tanto públicas como privadas, están secuestradas por los
delincuentes", denuncia Daniel Rivera, actual representante de este gremio
en Barranca.
La
situación de Barranca ejemplifica un fenómeno en el territorio nacional: la
sindicalización del hampa.
Sicarios
a la obra
En
la entrada de Barranca desde la Panamericana Norte, dos hombres
visiblemente armados y sin uniforme "cuidan" a 5 obreros que
cavan una zanja para introducir cableado.
La presencia
de los "chalecos" en las obras, de pequeñas a grandes, se acepta
con absoluta normalidad en la zona. También las balaceras.
La
última ráfaga del sicariato cayó hace tres semanas sobre el obrero de
construcción civil Diego Castro Huamán en plena hora punta junto a la puerta
del centro comercial Megaplaza de Barranca. Su hermano, también de Construcción
Civil, resultó gravemente herido.
"Aquí
en Barranca hay una Gran Familia con fachada de sindicato de construcción",
denuncia Daniel Rivera, actual representante de la CGTP en Barranca.
En
la provicia operan otros dos sindicatos del mismo rubro, además del de Rivera.
Ambos declaran ser de la Confederación de Trabajadores del Perú (CTP), eterna
rival aprista de la CGTP.
Sin
embargo, el secretario general de la CTP, Elías Grijalba, solo reconoce a uno
de ellos: el Sindicato Único de Trabajadores de Construcción Civil de
Barranca.
Precisamente, dos
integrantes de este sindicato están en prisión en espera del juicio
acusados del asesinato en octubre pasado del secretario de la CGTP en Barranca,
Jesús Aníbal Ruiz. Fueron detenidos al día siguiente del asesinato junto a
otros dos elementos. Portaban armas, marihuana y guantes quirúrgicos.
Ellos, sin embargo, se declaran inocentes y juran que iban a realizar otro
"trabajo" que nada tiene que ver con construcción civil: asaltar
una empresa.
El
otro sindicato tiene su sede en Pativilca-Buenos Aires Altos. Grijalba jura que
"los de Pativilca nada tienen que ver con la CTP". Sin embargo, en
una carta dirigida al municipio de Barranca, este sindicato –reconocido por
el Ministerio de Trabajo por el expediente
N°12-2010-ES-MTPE/1/22– se presenta como integrante de la federación de
Grijalba.
Su
plana mayor tiene varios ingresos en la cárcel de Huacho por robo agravado. Tarquín
parece haber influido en su vocación sindicalista.
Como
secretario general, firma "El Machi de Pativilca" (Juan García
Pantoja), cuya última fecha de salida del penal de Tarquín es el 27 de
noviembre del 2009. Su Secretario de Organización es "El cojo"
(Jacinto Marcelino Caushi Palma), que cumplió condena por robo agravado de
julio del 2005 a setiembre del 2007. Sin embargo, el jefe del
"sindicato", según los testimonios recopilados, es su Secretario de
Deportes, "Wilson" (Wilson Aníbal Cruz Galarreta), quien salió de
prisión en agosto del 2006 con semilibertad.
"El
Machi" y "Wilson" fueron involucrados por testigos en el
asesinato en Paramonga en el 2013 del empresario ferretero, Richard Félix Flores, y
dos de sus guardaespaldas, vinculados con construcción civil en Lima
norte.
Tras
el asesinato del ferretero, sus nombres salieron a la palestra en los medios de
comunicación. Sin embargo, siguieron delinquiendo a su antojo en la
provincia.
De
asaltantes a sindicalistas
La
historia de este sindicato, relatada a La República por fuentes
atemorizadas que prefieren quedarse en el anonimato, refleja el afán de
"superación" de la delincuencia y su olfato por el dinero
fácil.
Comenzaron
en el rubro de piratas de carretera asaltando ómnibus,relatan nuestras fuentes.
Después fueron seducidos por el brillo del oro de la minería ilegal en
Pativilca. Pero no precisamente para picar socavones, sino para cobrar
"cupos" a los mineros por "seguridad".
Pero
la veta disminuyó y entraron en crisis. Entonces, vieron en las obras públicas
su nuevo filón y decidieron formalizarse ante el Ministerio de Trabajo como un
sindicato de construcción civil. Una vez conseguida una nueva fachada, habrían
comenzado a eliminar a balazos a la competencia.
Obras
como el tramo de la carretera Norvial Huacho-Pativilca, el Hospital de Los
Anitos o el Coliseo Cerrado auguraban buenos ingresos para la extorsión y
exigían cuota de sangre.
A
pesar de la expansión de su negocio, su base seguiría siendo Pativilca. "Si
valoran en algo su vida, no vayan para allá", nos recomiendan otros
periodistas.
Según
relatan testigos y fuentes policiales, en Pativilca existen cuadras
resguardadas por hombres armados en las que el ingreso es imposible.
Otras
fuentes señalan que existe incluso un terreno cercano a las concesiones mineras
en el que jóvenes sicarios son entrenados para disparar. Los mejores se quedan
como seguridad del "sindicato" y el resto pasa a convertirse en
"chaleco" de las obras, afirman. Eso sin excluir para trabajos
especiales la contratación de sicarios trujillanos y chiclayanos, los más
cotizados.
Balas
silenciadas
El
sicariato no discrimina patrones y también cambia de rubro. El 22 de abril la
casa del periodista barranquino Yofre López fue dinamitada tras denunciar actos
de corrupción municipal. En Barranca, según relata el periodista,
contratar matones es el pan de cada día.
En
la comisaría de Barranca, la gobernación y la fiscalía domina el mutismo
sobre los asesinatos por encargo. La gobernadora, Rosa Cotrina, al enterarse de
la presencia de La República, prefirió apagar su teléfono y desaparecer.
Según
las denuncias recopiladas, los efectivos de la comisaría de Barranca superan
como media los 10 años de servicio y actúan con miedosa complicidad, como
atestiguan fotografías obtenidas por La República en las que parecieran
resguardar a los "sindicalistas".
Sorprendentemente, el comandante
policial durante años de esta ciudad sin ley fue ascendido en 2014 a Jefe
Policial de Huacho. El anterior, Carlos Remy, hoy candidato a alcalde de
Huacho, cayó en desgracia tras negarse a intervenir el año pasado en
el desalojo de Andahuasi.
Con
este panorama, en la fiscalía confiesan que se sienten completamente
desprotegidos para investigar los atentados y los asesinatos por encargo y
piden la presencia de fiscales y policías de Lima.
El
fiscal Superior Coordinador de las Fiscalías de Crimen Organizado, Jorge Chávez
Cotrina, no es ajeno a esta realidad. Sin embargo, confiesa que todos sus
esfuerzos por especial mandato del gobierno están centrados estos días en
Áncash. Relata que por especial encargo del ex premier Juan Jiménez, su
fiscalía pasó a investigar a sindicatos de construcción civil y que
existen investigaciones abiertas actualmente en Pisco, Chincha e Ica.
Coincidentemente,
en estas localidades tanto la CGTP con la CTP, que parecen actuar al ritmo del
destape, han decidido recientemente desafiliar a sus sindicatos.
Esta
fiscalía especial ha optado por trabajar con el grupo especial de Inteligencia
Operativa Génesis. "Se necesitan cambios urgentes y rotación de
personal en la PNP porque están coludidos con los extorsionadores",
reconoce Chávez Cotrina.
Mientras
Génesis todavía no logra abarcar la periferia de Lima, Barranca y el norte
chico sucumben al sicariato.
NEL/La
República
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