lunes, 23 de junio de 2014

Joven denuncia supuesto intento de violación en KFC de SJL

agredida. Esther afirma que acusado ya la había acosado anteriormente dos veces en ese mismo local. Hoy los moretones de sus brazos son las pruebas de la agresión.
Noticias en Línea. Esther Noemí Gálvez Flores es una madre soltera de 21 años que jamás imaginó que uno de sus compañeros de labores, como asegura, la iba "agredir con el fin de tener sexo" dentro de una de las sedes del Kentucky Fried Chicken (KFC) de San Juan de Lurigancho (SJL). Ella, desde el año pasado, trabaja en este local y hoy denuncia haber sido víctima de un supuesto intento de violación ocurrido el miércoles último.

Aquel día, Esther Gálvez había llegado al KFC ubicado en la avenida Canto Grande  N° 3690 de la urbanización Los Jazmines. Eran las 4:45 de la tarde, quedaban 15 minutos para iniciar su turno y solo faltaba aplicarse el maquillaje para salir a atender al público. De repente, cuando se dirigía al baño, cuenta la joven, se cruzó con Jorge Jheison Díaz Canchari, de 19 años, quien  también es trabajador de esta franquicia de restaurantes de comida rápida. Se saludaron. 

Ella ingresó a los servicios higiénicos sin prever nada, sigue narrando, y cuando la puerta se cerraba Jorge apareció, ofreció resistencia y logró entrar a ese ambiente del segundo piso donde no había nadie, solo Esther.

"Empezó a manosearme, yo le quitaba las manos, forcejeábamos, yo me cubría y él me quería desvestir. Le decía: '¡Sal! '¿Qué haces? ¡Suéltame!', pero él me mordió en el cuello. Estaba desesperado", continúa recordando la joven.
Según Esther, cuando Jorge vio que estaba por llorar por el susto y los forcejeos, se tropezó con sus pies y tambaleó hacia atrás. Ella aprovechó para empujarlo. Él se chocó contra la pared junto al inodoro. Y Esther salió corriendo del baño, asustada y confundida. "Estaba en shock, por eso quizás no grité", se lamenta. Y más, "si Díaz había intentado hacer lo mismo con ella en dos ocasiones anteriores".

Con miedo, pero contó
Cuando Esther bajó al área de Gerencia, seguía en shock, dice. "Me fui a marcar y hacer mi turno. No dije nada por vergüenza, pero cuando pasaron tres horas le conté todo a la asistente de Gerencia, Cinthya Gonzales, y ella me dijo que la ponía en una situación difícil y que siguiera con mi trabajo. Que iba a ver si conversaba con él (Jorge)", señala. 

En el atestado policial escrito el día siguiente (jueves) en la comisaría de Santa Elizabeth, en SJL, la también estudiante de psicología declaró que Gonzales le había contado que ese mismo día conversó con Díaz, quien "reconocía el acto y decía que estaba arrepentido". 

La hermana de la supuesta agraviada, Laura Gálvez Flores, de 32 años, se enteró del hecho el jueves pasado. Ella denuncia a KFC por no tomar acciones inmediatas ante lo narrado. "Esther tuvo que ir el jueves a trabajar, a pesar de que los encargados ya sabían todo". Ese mismo día, Laura se reunió con los responsables de la tienda. El gerente del KFC de SJL, Víctor Niquén, señaló que el sindicado ya tenía antecedentes sobre estos actos. 

Quisimos tener la respuesta de Niquén, vía telefónica, y dijo que no estaba autorizado para declarar: que debíamos conversar con la oficina central. Sin embargo, en el audio que grabó la hermana durante la conversación que tuvo con él, se oye que Niquén señala que este es un "hecho aislado y que necesita un sustento (la denuncia) para despedirlo de inmediato".

Fue así que Esther, junto a su hermana denunció el hecho y pasó por el médico legista. También pidió garantías por su vida en la Gobernación de SJL.

El abogado de la familia, Roberto Miranda, explica que KFC tiene una responsabilidad de carácter civil porque debió suspender al acusado de inmediato y haber dado parte a la policía. "La tienda debe dar garantías y seguridad laboral. Pero el sujeto fue a trabajar hasta el viernes. Acá hay un grado de encubrimiento".

Tratamos de comunicarnos con Jorge Díaz Canchari, pero en su casa dijeron que no se encontraba. 

Al cierre de esta edición, KFC envió un documento a la vivienda de Esther. En este le comunicaban que Jorge Díaz había dejado de laborar en la tienda y que no habían podido concluir las investigaciones, por lo que no contaban con el descargo de este. Aunque iban a apoyar en las averiguaciones policiales.


En el escrito también se manifiesta que Esther podía reincorporse al trabajo, incluso podía pedir su traslado. No obstante, la supuesta agraviada ve sus moretones en los brazos y ya no quiere regresar a ese centro de labores. Su error fue no denunciarlo cuando empezó todo esto.



NEL/La República

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