Noticias en Línea. La anarquía impera en la Universidad Nacional San Cristóbal de
Huamanga (UNSCH), casa superior de estudios que se encuentra tomada por
un grupo de estudiantes desde hace 59 días.
Ayer,
la situación fue tensa. Cerca de las 7:30 a.m., un grupo de estudiantes que
está en contra de la toma se enfrentó en la puerta principal de la universidad
a los alumnos que se atrincheraron en las facultades el último 28 de abril, muchos
de los cuales expresan abiertamente un discurso maoísta.
Los
universitarios que defienden la reanudación de clases lograron abrir las
puertas de la casa de estudios y esto generó la tensión. Lucían pancartas en
las que se leía: “No a la intervención de la universidad”, “Por el reinicio de
las clases”.
Los
alumnos se lanzaron piedras y palos, y se enfrentaron a puñetazos y patadas.
Tras 15 minutos de trifulca, llegó la fiscal adjunta de Prevención del Delito,
Edith Revollar, junto con un contingente de 20 policías, para poner orden.
Los agentes lanzaron bombas lacrimógenas para separar a los universitarios.
“Se
ha dejado constancia de que ha habido agresiones entre estudiantes. Había dos
bandos golpeándose entre sí”, indicó la fiscal.
Soldaron las puertas
Aprovechando el conflicto, trabajadores de la universidad soldaron las puertas
para evitar el cierre; sin embargo, los estudiantes que defienden la toma se
atrincheraron dentro, tras maderos, ramas y otros objetos.
“Hemos
querido reabrir la universidad para no permitir la intervención de la ANR
[Asamblea Nacional de Rectores]. Queremos que se reanuden las clases, no
podemos seguir de esta manera”, dijo Rafael Jerí, estudiante de Economía.
Mientras tanto, el otro sector de los alumnos señaló que la medida de fuerza
continuará. Entre sus pedidos figuran la implementación de una biblioteca
virtual y especializada, la posibilidad de tacha de docentes, matrícula virtual
y gratuita, y un servicio de comedor universitario sin costo.
Estos
universitarios también exigen la destitución del rector de la UNSCH, Humberto
Hernández Arribasplata.
“La
toma de locales es una forma de generar presión a una autoridad que no cree en
el diálogo, que solamente así reacciona, y que en todo momento nos ha
rehuido”, manifestó Maycol Flores, dirigente de la Facultad de Derecho.
NEL/El
Comercio
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