Alrededor de la 1:44 p.m., la Segunda Sala Penal
para Reos en Cárcel había concluido la lectura de indicios que señalaban a
Alejandro Trujillo Ospina como un sicario contratado que ingresó con ayuda de
alguien a la casa donde asesinó a la empresaria Myriam Fefer el 15 de agosto de
2006 y comenzó a leer los hechos que vinculaban a Eva Bracamonte con el crimen.
“Alguien de la casa evitó que
la perrita de la agraviada alertase de la presencia de un extraño en el momento
en que se perpetró el hecho”, leía la sala momentos antes de darse cuenta que
Eva Bracamonte se había desmayado en su sitio.
Cuando recibía atención del
personal presente, y cuando trataban de hacerla reaccionar con ayuda de Liliana
Castro Manarelli, Eva comenzó a convulsionar en el piso, lo que obligó su
retiro de la sala y la suspensión hasta nuevo aviso de la audiencia.
Mientras ocurría todo esto,
el asesino confeso, Alejandro Trujillo Ospina, no se movió de su sitio y se
quedó sentado, con expresión tranquila, en la sala casi vacía.
Fuente: Noticias en Línea – El
Comercio
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