Una turbamulta quemó vivo hoy en el sur de
Pakistán a un hombre que presuntamente había incinerado ejemplares del Corán, el libro santo
islámico, informó en su versión digital diario Express.
El linchamiento se produjo en la localidad de
Seeta, en la provincia de Sindh y donde una multitud sacó por la fuerza a
la víctima de una comisaría en la que permanecía ingresada tras haber sido
acusada de blasfemia.
A continuación los asaltantes prendieron fuego al
hombre frente al edificio policial.
El diario recoge el testimonio de imán de Seeta,
Usman Memon, quien dijo que la víctima había dormido una noche en la mezquita
del pueblo, en la que al día siguiente los creyentes descubrieron los restos de
ejemplares del Corán que habían sido incinerados.
"Como había
sido la única persona que había dormido en la mezquita llevamos al hombre a la
comisaria", explicó Memon.
Express afirma 200 vecinos han sido acusados ante
la justicia de asesinato y obstrucción a la policía, y que diez agentes han sido suspendidos del cuerpo por "negligencia".
La dura legislación antiblasfemia vigente en
Pakistán fue establecida durante la dominación colonial británica para prevenir
choques religiosos, pero en los 80 una serie de reformas auspiciadas
por el dictador Ziaul Haq favoreció el abuso de la ley.
Desde entonces se han producido un millar de
acusaciones por blasfemia, casi siempre a instancias de imanes locales que
intentan amedrentar a las minorías religiosas, en especial a los cristianos y a
los ahmadíes, rama del islam considerada herética en Pakistán.
El caso que ha adquirido más notoriedad en los
últimos años fue el de la niña cristiana Rimsha
Masih.
Un tribunal de Islamabad puso en libertad el
pasado septiembre a la menor, con discapacidad mental y que había pasado tres
semanas entre rejas en una cárcel de adultos, tras rechazar las acusaciones que
pesaban sobre ella de haber quemado textos coránicos.
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